
Cuando una chispa se ve en la noche
Imagínese usted una ciudad cualquiera, gris como la ceniza de un cigarro viejo, una ciudad donde las gentes caminan sin mirar el cielo, donde las fachadas no hablan y los relojes no cantan. Y de pronto, en mitad de esa ciudad, alguien deja caer una pincelada roja en un muro agrietado. Un soplo de música brota entonces entre las ventanas